
¿Y si no todo fuera blanco o negro? ¿Y si además del 0 y el 1, existiera también el 2?
Pues vamos a verlo… porque esto no es ninguna idea loca de ahora. La lógica ternaria ya se exploró hace más de medio siglo. Pero vamos paso a paso.
Hoy en día, prácticamente toda la tecnología que usamos funciona con lógica binaria. Desde un microcontrolador hasta un ordenador, todo se basa en dos estados: encendido o apagado, alto o bajo, sí o no. Es decir, 1 o 0.
Este sistema tiene sus raíces en el trabajo del matemático George Boole, allá por el siglo XIX. Años más tarde, Claude Shannon demostró que esa lógica podía aplicarse a circuitos eléctricos, y eso fue el comienzo de todo lo que hoy entendemos como informática.
Pero… ¿y si no estuviéramos limitados a solo dos estados?
¿Qué pasaría si los circuitos pudieran trabajar con tres valores distintos en lugar de dos?
Aquí es donde aparece la lógica ternaria, una alternativa que se llegó a usar en serio y que, aunque olvidada, podría volver a tener sentido en un futuro no tan lejano.
¿Podrían funcionar los circuitos si usáramos la lógica ternaria en vez de la binaria? Pues sí, y la cosa no se queda en una simple curiosidad. La lógica ternaria existe, se ha probado en ordenadores reales y ofrece una forma completamente distinta de entender cómo fluye la información en un circuito.
Mientras que en la lógica binaria todo se reduce a dos estados —0 y 1, apagado o encendido—, la lógica ternaria introduce un tercer valor. En lugar de un sí o un no, añade un "quizás", un punto intermedio, un tercer estado. Ese tercer valor puede representarse como -1, 0 y 1, o también como bajo, medio y alto, según el contexto.
Esto no es solo teoría. A finales de los años 50, en la antigua Unión Soviética, se desarrolló un ordenador llamado Setun que funcionaba con lógica ternaria. Utilizaba componentes electrónicos diseñados específicamente para trabajar con tres niveles de tensión distintos, en lugar de los dos clásicos de la electrónica binaria.
La idea detrás de esto era simple pero potente: con tres estados puedes representar más información con menos dígitos. Es decir, un solo trit (el equivalente ternario del bit) puede almacenar más que un bit. En teoría, esto permitiría circuitos más eficientes, capaces de procesar más con menos.
Claro que todo esto también tiene su letra pequeña. Pero antes de entrar en las limitaciones, vale la pena entender cómo serían realmente esos circuitos y qué ventajas teóricas podrían tener frente a los binarios.
Vale, pero entonces... ¿cómo serían esos circuitos con lógica ternaria?
Pues en lugar de funcionar con solo dos niveles de tensión (como suele pasar con la lógica binaria, que se hace con 0 y 3.3v, por ejemplo) aquí tendríamos tres. Podrías imaginarte algo como 0 voltios para representar un 0, 1.65 voltios para un valor intermedio, y 3.3 voltios para un 1. Cada uno de esos niveles correspondería a uno de los tres posibles estados lógicos.

Esto obliga a rediseñar por completo las puertas lógicas clásicas. Las típicas AND, OR o NOT ya no sirven tal cual. Habría que crear versiones adaptadas o incluso completamente nuevas. Por ejemplo, puertas de mayoría, que activan la salida según el valor más común entre las entradas, o puertas que comparan niveles para determinar si algo está por debajo, igual o por encima de cierto umbral.
Todo esto suena muy bien en papel, y de hecho, visualmente estos circuitos podrían ser más compactos. Al tener más estados por línea, puedes reducir la cantidad de señales necesarias para representar una misma información. Pero claro, no todo es ventaja: también se vuelven más complejos de diseñar, más sensibles al ruido eléctrico y más difíciles de fabricar con los componentes clásicos que usamos hoy en día.

Pros y Contras de la lógica ternaria frete a la binaria
Aunque la lógica ternaria tiene ventajas interesantes sobre la binaria, también viene con limitaciones importantes. Al tener tres estados en lugar de dos, puedes codificar más información con menos señales. Esto significa que, teóricamente, los circuitos podrían ser más compactos y se necesitarían menos líneas de datos para transmitir la misma cantidad de información. En algunos algoritmos también se podrían hacer operaciones matemáticas más eficientes.
Pero todo esto choca con la realidad de la electrónica actual. Implementar lógica ternaria con transistores clásicos es complicado. Además, al trabajar con tres niveles de voltaje, los circuitos se vuelven más sensibles al ruido eléctrico, lo que aumenta la probabilidad de errores. Y lo más determinante: toda la industria (desde los lenguajes de programación hasta los protocolos como USB o HDMI) está pensada para lógica binaria. Cambiar esa base no solo es difícil, es casi inviable con la infraestructura que tenemos hoy.
¿Tiene futuro?
Aunque hoy en día la lógica ternaria no se utiliza a nivel comercial, eso no significa que esté muerta. De hecho, con el avance de nuevas tecnologías como la computación óptica, los sistemas o la inteligencia artificial integrada directamente en hardware, cada vez hay más investigaciones que se atreven a ir más allá del clásico 0 y 1.
Incluso en campos como la computación cuántica, donde se trabaja con qubits que pueden estar en varios estados a la vez, queda claro que otras formas de lógica son posibles. La ternaria, aunque quedó apartada durante décadas, podría volver a escena en un futuro donde almacenar y procesar más información con menos recursos sea una necesidad real.
Quién sabe, tal vez dentro de unos años volveremos a ver circuitos que ya no piensan solo en blanco o negro, sino que también saben moverse en los grises.